Por Mas Cool Ino
Esta situación confronta a las empresas y al sector productivo en general a un nuevo reto: entregar productos o servicios de calidad cuyo impacto ambiental negativo sea mínimo.
Una oleada de productos verdes ha invadido el mercado, ofreciendo a los consumidores sustancias “amigables” para el medio ambiente. Con ello la publicidad verde ha hecho uso de información medioambiental positiva, que produce una imagen distorsionada y tendenciosa a favor de los aspectos “verdes”, interpretados como positivos por los consumidores. Fenómeno conocido como Greenwashing.
Ser responsable con el medio ambiente y con los llamados grupos de interés, o "stakeholders", que inciden sobre la toma de decisiones (accionistas, proveedores, trabajadores, compradores, sociedad civil, ONG, etc.), se ha convertido en un mandato para las empresas.
Existen tantas certificaciones medioambientales y relacionadas con la responsabilidad social que el consumidor tiene, como única garantía, su propia destreza para informarse de un modo coherente antes de realizar una compra, invertir o recomendar algún producto o servicio.
El "greenwashing", o engaño verde (ecológico), es definido como "el acto de inducir a error a los consumidores en relación con las prácticas ambientales de una empresa o los beneficios ambientales de un producto o servicio".
A medida que el llamado marketing verde prolifera, también lo hace el número de "eco-etiquetas" que compiten por el equivalente medioambiental a una aprobación de buenas prácticas comúnmente aceptadas.
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Se identifican 7 faltas relacionadas con el Greenwashing:
1- El pecado oculto de los “trade-off”: por ejemplo, “Eficiencia energética” en productos electrónicos que contienen materiales peligrosos.
2- El pecado de “no prueba”: por ejemplo, champús que afirman tener “certificado orgánico”, pero sin certificación verificable.
3- El pecado de “la vaguedad”: por ejemplo, productos que afirman ser 100% naturales cuando muchas sustancias naturales son peligrosas, como el arsénico y formaldehído.
4- El pecado de “la irrelevancia”: por ejemplo, productos que afirman ser sin CFC, a pesar de que los CFC se prohibieron hace 20 años.
5- El pecado de “Fibbing”: por ejemplo, productos que falsamente afirman estar certificados por un estándar medio ambiental reconocido internacionalmente como EcoLogo, Energy Star y Green Seal.
6- El pecado de “el menor de dos males”: por ejemplo, cigarrillos orgánicos o pesticidas ambientalmente ecológicos.
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7- El pecado de “falsas etiquetas”: cometido por un producto que, ya sea a través de palabras o imágenes, da la impresión de aprobación de terceros aunque no exista realmente tal aprobación; falsas etiquetas, en otras palabras.
La idea de un producto verde, para aquellos que nos encanta la naturaleza y no queremos vivir en la selva de frutas y agua , es muy atractiva, pero no por ello debemos caer en el error de consumir sólo porque el empaque es verde.
Gracias chicos por su post, bastante actual y con el objetivo de reflexionar sobre este contexto verde que estamos viviendo; así que parte de nuestra responsabilidad como consumidores es evaluar cada uno de los productos que llegan a nuestras manos, exigir su calidad y autenticidad.
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